Aquellas marcas desconocidas que compras para casa.
Todos conocemos y podemos opinar con relativa soltura sobre cuál es el mejor vino, el peor ordenador, un buen coche o la pasta de dientes que sabe peor. Pero hay otros productos en nuestra vida que son realmente indispensables sobre los que no conocemos nada. Se tratan de productos desconocidos pero fundamentales para nuestra vida diaria como podrían ser la fruta, los cables de la electricidad, los alicates, el gasoil del coche o la madera de la que están hechos nuestros muebles.
Conocemos las mueblerías y conocemos las fruterías; conocemos los concesionarios de vehículos y conocemos las grandes superficies en las que se venden objetos de bricolaje como Leroy Merlin o Brico Depôt… Pero no tenemos ni idea sobre la marca de esos alicates, o de esos tornillos, o no podríamos hablar más de 10 segundos de por qué es mejor madera la de una marca de muebles que la de otra, la fruta de un agricultor o la de otro. Son productos desconocidos, a pesar de que en ocasiones conocemos muy bien al distribuidor.
Desde hace algún tiempo, muchos de los productores de estos productos desconocidos han comenzado a darse a conocer, y si bien es cierto que aún no sabemos cómo se llama la granja en la que se produce la carne que comemos o la plantación que suministra de patatas, coliflores y cebollas a nuestro supermercado habitual, sí que empiezan a sonarnos marcas como Iberdrola o Repsol para hablar de electricidad o de combustible.
Desconocidos antes, pero ahora menos
Está claro que en un mundo en el que las marcas de este tipo de productos son desconocidas, el hecho de poseer una identidad corporativa fuerte y contar con un nombre empresarial que potencie y visibilice a la línea de productos desconocidos que hay detrás, puede suponer una diferencia fundamental a nivel de marketing. Muchas grandes multinacionales han comenzado a darse cuenta de ello y es por eso que han comenzado a adaptar sus estrategias para así poder ser más visibles.
Los productos desconocidos son necesarios y siempre los tenemos asociados a una marca distribuidora, pero últimamente estos productos han comenzado a cobrar fuerza a nivel del mercado precisamente por ese cambio de estrategia que están teniendo las compañías productoras, y si bien aún no conocemos cómo se llama la compañía que fabrica nuestras patatas o nuestras cebollas, sí que conocemos cómo se llama la que fábrica nuestra electricidad o el combustible con el que funciona nuestro coche.
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